Un partido aliado de Prodi desoye a los tribunales y ayuda en una «eutanasia»
(La Razón, 22 de diciembre de 2006)
«Desobediencia civil». Así definieron ayer varios exponentes de La Rosa en el Puño, partido integrado en el Gobierno de Romano Prodi, su implicación en la muerte del tetrapléjico Piergiorgio Welby. Los diputados reconocieron haber colaborado con el médico que de-senchufó las máquinas que mantenían con vida al enfermo. Uno de los líderes del partido, Marco Pannella, asistió personalmente a la «desconexión» y fue quien hizo pública la noticia de su muerte, que se produjo pocas horas después de que un tribunal y un consejo de expertos en bioética del Ministerio de Sanidad dictaminasen que Welby tenía que permanecer con vida, aunque fuese contra su voluntad.
El enfermo, de 60 años, estaba aquejado de una distrofia muscular degenerativa e incurable que le fue diagnosticada hace cuatro décadas. Desde hacia diez años permanecía conectado a un pulmón artificial. Su cuadro clínico estaba degenerando gravemente y, en los últimos tiempos, ni siquiera podía comunicarse con el exterior a través del teclado de un ordenador, como hizo durante años. Antes de su muerte, Welby ya sólo podía mover los ojos, con los que se comunicaba, con gran lentitud, a través de una compleja máquina. Aseguraba que estaba sufriendo una «tortura infernal».
El paciente, secundado por su familia, declaró que deseaba la muerte meses atrás. En septiembre mandó un vídeo al presidente italiano, en el que solicitaba que le permitiesen «morir con dignidad». «Yo amo la vida, presidente. Vida es una mujer que te ama, el viento en los cabellos, el sol en el rostro, el paseo nocturno con un amigo. Vida es también una mujer que te deja, un día de lluvia o un amigo que te defrauda. No soy ni un melancólico ni un maníaco depresivo. La muerte me horroriza, pero lamentablemente lo que me queda no es vida, es sólo un testarudo e insensato ensañamiento por mantener activas las funciones biológicas. Mi cuerpo ya no es mío», solicitaba, con un lúcido dramatismo que ablandó incluso el parecer del Vaticano.
Encendido debate
El vídeo alentó la polémica y llevó el caso hasta los tribunales, que el sábado pronunciaron una sentencia contradictoria. Los jueces reconocían el derecho de Welby a «decidir si quería seguir con el tratamiento», pero paradójicamente negaban dicha posibilidad, prohibiendo que alguien desenchufase las máquinas y agarrándose a un vacío legal. El Vaticano admitió en boca del «ministro de Sanidad», el cardenal Javier Lozano, que si se demostraba que existía «ensañamiento terapéutico», la Iglesia no pondría objeción a la desconexión.
Horas después, expertos de Sanidad elaboraron un informe en el que concluían que «no se cumplen las condiciones para afirmar que existe ensañamiento terapéutico». «He aceptado su voluntad. Quería morir», refirió ayer en el Parlamento el anestesista que asistió la muerte, que ahora se arriesga a una pena de hasta 15 años de cárcel.
Nota de ConDignidad.org:
Con el profundo respeto que merece una situación tan dura como la de Piergiorgio Welby, nos parece que su caso requeriría la intervención de un Comité Asistencial de Ética, que -tras solicitar un dictamen psiquiátrico- estudiase el conjunto de su situación, desde el punto de vista de la limitación del esfuerzo terapéutico y del necesario consentimiento informado; así podría valorarse -si ella lo solicitara insistentemente- la posibilidad de retirar el respirador, una vez sedada la enferma.
Es un caso bastante similar al del fallecido Jorge León.
Ninguno de ambos casos requiere una ley que despenalice la eutanasia; puede ser interesante lo expuesto en otro artículo publicado en ConDignidad.