La Medicina no entiende de 'galácticos'

(Fragmentos de una entrevista publicada en Diario Médico, 8 de febrero de 2007)

El deporte exige esfuerzo, afán de superación y compromiso. Lo mismo que la medicina. Alfonso del Corral cumple esos requisitos y por eso le ha ido bien en ambos campos que, además, une como médico del Real Madrid. Nunca creyó en galaxias y demás zarandajas, pero, por si tenía alguna duda, la vida le dio un tremendo golpe -la muerte de su hijo- que le acercó más que nunca a los mortales y afianzó su fe en Dios.

(...)

Volvamos a su vida, marcada por la muerte en un accidente de su hijo. Creo que a todos nos impresionó tanto la noticia como la serenidad con la que usted reaccionó.
-Esa reacción sólo se puede entender porque tienes una fuerza superior que te da tranquilidad, porque es muy duro.

Su fe religiosa, de la que hace gala, ¿era anterior o la motivó lo ocurrido?
-Yo era una persona de educación y familia católica, pero efectivamente la muerte de mi hijo me tiró del caballo como a San Pablo y me hizo replanteármelo todo. Fue un momento clave en el que no me servía para nada lo que había leído y estudiado, las frases hechas, los tópicos... Es un momento de experiencia vital en el que sólo el encuentro con Dios y la paz que sólo Él te puede dar te permite caminar e intentar seguir siendo el apoyo de la familia.

Tampoco hubiera sido de extrañar la reacción contraria: de rebeldía ante una muerte injusta.
-Y te puedes dar al alcohol, o a las drogas, querer morirte... Muchas parejas se separan después de una pérdida tan brutal; nosotros gracias a Dios seguimos juntos. En definitiva, lo mío fue un encuentro muy fuerte con Dios que me hizo aceptarlo. Cuando te preguntan eso de si ya lo has superado...

¿Alguien puede preguntar eso?
-Lo hacen, y yo contesto que no se supera, se acepta. Para empezar, mi hijo sigue conmigo. Y desde luego la resignación es un concepto que no va conmigo, porque es de queja. En la vida hay que aceptar las cosas y buscarles un sentido. En el momento desde luego no lo ves; con los años lo atisbas y te das cuenta de que puede haber una razón.

A pesar de no gustarle las entrevistas y de ser un tema tan delicado, habla sin problemas de su dolor y de cómo le ha ayudado su fe.
-Pero no me gusta dar sermones, porque cada uno tiene su historia y yo lo respeto. Lo que no puedo es negar a quien me ha dado la vida en un momento en el que yo estaba muerto. Y si a alguien no le gusta me da exactamente igual. Yo no puedo negar al Señor porque en ese momento yo estaba muerto y Él me devolvió la vida. ¿Que piensan que estoy loco? Me da igual.

¿Cree que puede ayudar a otros que pasen por el mismo trance?
-Hay gente que me llama. Desde luego, los que hemos perdido un hijo nos entendemos con sólo mirarnos. Es una comunión entre nosotros de dolor, pero cada experiencia es diferente.

Mucha gente le demostró que le quería.
-Es que había gente que pasaba por la consulta para que le viera la rodilla y cuando ya se iba volvía a entrar me daba dos besos y me decía que rezaba a diario por mi familia. Hay mucha gente buena y eso ayuda.

¿Le sorprendió?
-Me sorprendió la cantidad de dolor que hay alrededor. De repente te das cuenta de que estabas ciego y que hay gente alrededor que también sufre y te buscan.

El dolor compartido, ¿es más llevadero?
-Es la gran diferencia. Recuerdo que yo había leído mi tesis doctoral en Navarra, con mis padres, y estaba todavía en las nubes. Llegué a Madrid directo al partido. Nos jugábamos la liga en el Bernabeu contra el Atlético de Madrid. En el primer tiempo ganábamos 3-0. Todo era euforia y en el descanso me dan la noticia. No había llevado coche y fui desde el estadio hasta el Hospital La Paz corriendo al sprint. Ahí te das cuenta de lo que es la vida y de lo poco que somos. Te pone los pies en la tierra cuando más te lo crees.

La Medicina es un ejercicio de humildad. Nunca se tiene todo controlado.
-Yo desde luego soy partidario de esa visión. Trabajas lo mejor que sabes y te encomiendas a Dios para que te proteja a ti y a tus pacientes para que vaya todo bien.